En 1952 Piero Malvezzi y Giovanni Pirelli antologaron los últimos escritos de hombres y mujeres capturados por las tropas fascistas o alemanas. El resultado de su ardua labor de archivo fue publicado por Einaudi y reúne las últimas palabras de 112 partisanos que esperaban la muerte frente al pelotón de fusilamiento.
En esta brevísima selección, lo mismo que en la antología original, se buscó mostrar la pluralidad que había entre las filas de la resistencia. Gente de diversos estratos sociales, de diversos contextos y edades,que compartían el mismo ideal.
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Nota:
Cuando es pertinente se indica, junto al año de nacimiento, el nombre de lucha con el que cada partisano se hacía llamar.
Queridísima Anna,
estoy aquí contigo, en mi último escrito antes de ir hacia mi condena. Muero feliz de haber hecho mi deber como Verdadero Patriota. Querida mía, sé fuerte que desde el cielo rezaré por ti. Sólo tú has sido un consuelo para mí en estos momentos de gran dolor, lograba consolarme sólo contigo. Cuando venías, me parecía que mi vida se volvía más bella, me sentía aliviando, sentía que podía seguir adelante. ¿Te acuerdas, Anna, de aquel día en que me viste llorar y a ti también te salieron grandes lágrimas de los ojos, mi pequeña y querida Anna, y luego tus cabellos secaron las lágrimas de los míos? Querida, ahora te cuento un poco de mi vida y comienzo pronto “el día 27 fui hecho prisionero y me llevaron a la cárcel de Vercelli donde entré sin que me interrogaran. La mañana del 29 me llevaron delante de todos los fascistas de Vercelli. No respondí a sus preguntas, mis únicas palabras fueron estas: no sé nada no soy partisano”. Me enfrentaron a miles de cosas para hacerme decir que sí lo era, pero de mi boca no salía ninguna palabra y pensaba que era mejor morir. El día 31 me torturaron por primera vez y me arrancaron las pestañas y las cejas. El día 1 fue la segunda tortura “me arrancaron las uñas, las uñas de las manos y los pies, luego me dejaron al sol; no puedes ni imaginarlo, pero fui paciente y de mi boca no salía ningún lamento”. El día 2 fue la tercera tortura “me pusieron los pies sobre velas encendidas mientras estaba amarrado a una silla. Todo el cabello se me volvió blanco, pero no hablé y me dejaron en paz. El día 4 me llevaron a una sala en la que había una mesa sobre la cual me recostaron, pusieron un cable alrededor de mi cuello y durante diez minutos dejaron la corriente encendida. Me llevaron ahí durante tres días. El día 6, a las 5 de la tarde, me preguntaron si había terminado de escribir todo lo que tenía que decir. No les respondí y quise saber cuál sería mi final, qué debería hacer para decírselo a mi querida Anna. Me dijeron mi tremenda condena y me mostré muy orgulloso, pero cuando me devolvieron a mi espantosa celda, me arrodillé de nuevo y me puse a llorar. Tenía en mis manos tu foto, pero no se reconocía ya tu rostro por las lágrimas y los besos que te di. Querida Anna, debes perdonarme, sé fuerte para sobrellevar este horrendo delito y hazte de valor, pues llevarás a tu amor fusilado sobre los hombros. Pero Dios paga no sólo los sábados, lo hace todos los días. Sé buena Anna, que el tiempo se va y no vuelve y la muerte se acerca.
Querida Ana, debes prometerme una sola cosa, que sabrás vengar la sangre de un inocente que grita por venganza contra los fascistas. En tu corazón no debe haber dolor, sino el orgullo de un Patriota. También te ruego que conserves como recuerdo mi listón tricolor, que lo lleves siempre sobre el corazón y me muestres como un verdadero Patriota. Anna, no llores por mí pues ya los has hecho por tu papá muerto. Yo desde el cielo te estaré mirando donde sea que vayas, te seguiré a todos lados. Me encuentro en manos de los Verdugos, si me vieras, Anna, no me reconocerías por el estado hasta el que me han llevado. Estoy muy delgado, gris. Parezco tu abuelo. Pero todo esto no basta, lo peor vendrá mañana sin que puedan ayudarme ni tú ni mis padres, sin ver más a nadie. Cuánto dolor pasará mi madre.
Te ruego, Anna, cuando termine la guerra ve a Turín, a casa de mi hermana, y cuenta lo que pasó en mis días como prisionero. Dile que por ella me enfrento a esta muerte y que le deseo que no le hagan nada malo como lo que hicieron a su hermano, que también para ella llegará el día del resurgimiento; ella dirá que es culpa mía. Anna, sé fuerte, soporta esta pesada cruz que llevarás hasta lo alto del cielo. Ahora en verdad debo acabar. Me duelen mucho las manos y no dejan de sangrar.
Saludos y besos, reza por mí que desde el cielo yo haré por ti.
Antonio Fossati
De Antonio Fossati no se conserva más que su carta, misma que pertenece al archivo del Cuerpo de Voluntarios por la Libertad con sede en Milán.
8 de febrero de 1944
Querido hermano Giovanni,
disculpa si luego de todos los sacrificios que has hecho por mí, todavía me permito enviarte esta carta. No puedo ocultarte que en media hora seré fusilado; te pido que des a mis hijas toda la ayuda que te sea posible. Tú sabes que crecimos sin un padre y lo mismo quiso el destino para mis hijas.
Deseo sólo el bien para ti y para tu familia, acepta esto como la última despedida de tu hermano.
Giuseppe
Te molesto con una cosa más: ven a Novara a recoger mi paletó y todo lo demás. Ciau, tu hermano
Giuseppe
Giuseppe Bianchetti (1909) Se mantuvo ajeno al movimiento de resistencia, durante la insurrección de Villadossola, entre el 8 y el 11 de noviembre del 43, un grupo de partisanos le encomendaron, por mera casualidad, que acompañara hasta un puesto médico a un militar alemán que había caído prisionero y estaba herido. Tiempo después, el mismo militar lo reconoció, lo golpeó y lo denunció para ser arrestado. Fue fusilado en Novara por un pelotón alemán el 9 de febrero de 1944. Tenía 34 años.
Cuneo, 14 de noviembre 1944
Como ya será de su conocimiento, fui arrestada por la Brigada Negra: me encuentro en Cuneo, en las escuelas, estoy bien y estoy tranquila.
Sólo les ruego que no hagan mucha platica sobre mí y que alejen de ustedes a ciertas mujeres a las cuales debo mi encarcelamiento.
Sólo esta certeza puede hacerme feliz y, sobre todo, me resigna ante mi suerte. Ustedes no se preocupen, yo sé cómo ser fuerte.
Los pienso siempre y estoy siempre cerca.
Mucho cariño
Maria Luisa
Maria Luisa Alessi (Marialuisa, 1911): Formó parte del Partido Comunista Italiano. Fue capturada el 8 de noviembre de 1944 por los oficiales de la 5ta Brigada Negra mientras se encontraba convaleciente en su casa. Fue sometida a diversos interrogatorios y fusilada el 26 de noviembre en la plaza de la estación de Cuneo. Tenía 33 años.
Macerata, 20 diciembre 1943
Queridos padres,
Su Mario, cuando reciban esta carta, no estará más en el mundo de los vivos.
La llamada justicia humana truncó su vida en el mundo de los vivos.
No lloren, no desesperen, estaré siempre cerca de ustedes y a menudo vendré a visitarlos.
Piensen que no estoy muerto, sino que estoy vivo, vivo en el mundo de la verdad,
Mamá, papá, María, no es un adiós, es un hasta luego.
Mi alma está por iniciar una vida nueva en la nueva era.
Deseo que mi habitación permanezca como está… yo vendré a visitarlos.
Perdónenme si puse la Patria antes que a ustedes.
Hasta luego.
Su Mario
Mario Batà (1917) Estudiante de ingeniería, nacido en Roma en 1917. Fue capturado en 1943 por el Tribunal Alemán de Macerata. Fue fusilado a los 21 años el 20 de diciembre por un pelotón alemán. Fue condecorado con la Medalla de Oro al Valor Militar.
15.10.1944
Queridísimos padres,
les escribo estas pocas líneas para hacerles saber que mi salud es buena y que espero la suya esté igual, no se preocupen por mí porque yo estoy bien. Si no reciben noticias mías no se alarmen.
Reciban muchos saludos y besos.
Suyo
Nino
*Esta carta fue escrita pocas horas antes del fusilamiento, cuando la condena ya había sido dictada.
Benedetto Bocchiola (Marco, 1924) Entre marzo y junio del 44 se dedica a la recolección y reacondicionamiento de armas para la resistencia en las montañas. Durante los meses siguientes formó parte de ataques contra las tropas nazifascistas. Fue arrestado el 10 de octubre de 1944 por las SS italianas, el tribunal a cargo de su condena fue mixto, con representantes del fascismo y del nacismo. Las SS lo fusilaron el 15 de octubre del 44. Tenía 20 años.
3 de abril 1944
Gianna, mi hija adorada,
Es la primera y última carta que te escribo, y te escribo antes a ti, en estas, mis últimas horas, porque sé que en ti seguiré viviendo.
Seré fusilado al alba por un ideal, una fe que tú, hija mía, un día entenderás por completo.
No llores nunca por mi ausencia, como yo nunca lo he hecho: tu Papi no morirá nunca. Él te mirará y te cuidará igual: te amará siempre hasta el infinito como lo hace ahora y como lo ha hecho siempre; desde que te sintió viva dentro del vientre de tu Madre. Sé que no moriré porque tu Mamá ahora también será tu Papi: tu Papi al que quieres tanto, al que quieres sólo para ti, el que es sólo tuyo y lo celas tanto.
Vuelca sobre tu Madre todo el cariño que tienes hacia a tu Papi: ella te amará con todo mi amor, te curará también por mí, te llenará con mis besos y con mis caricias.
Si supieras cuántas cosas quisiera decirte, pero mientras escribo mi pensamiento divaga, galopa en el tiempo futuro que habrá para ti. Mi pensamiento está feliz. No importa si no digo todo ahora, te lo diré siempre, de vez en cuando, con la boca de tu Madre, pues mi alma entrará en su corazón cuando abandone el mío.
Que tu madre esté siempre por sobre todas las cosas.
Ve siempre con la frente en alto por la muerte de tu Padre.
Tu Papi
Cocca, querida mía, mi esposa bella, mi naricita de oro. Acabo de escribirle a Gianna y ahora estoy aquí contigo. No escribí antes a ella y después a ti: materialmente, con la pluma sí lo hice; pero no con el corazón, ni el pensamiento, ni el espíritu. Ahora más que nunca no me es posible verla a ella sin verte a ti y viceversa: para mí siempre han sido un todo indivisible, como cuando la llevabas dentro. ¿Recuerdas?
No te diré gran cosa; no es necesario: dentro de poco estaré dentro de ti y hablaré a tu corazón más profundamente, totalmente.
Sabes por qué muero. Tenlo siempre presente y hazlo presente a todos, especialmente a nuestra niña, nuestra sangre, nuestra vida. No debes llorar por mi final: yo no he tenido un solo momento de arrepentimiento: ve con la frente en alto.
No perdí la vida inconscientemente: intenté salvarme por ti, por mi niña, por mi fe. Esta última le daba sentido a mi vida. Por eso la entregué con gusto. Tú y la niña tendrán que perdonarme. Bendíganme y ámenme siempre: lo necesito tanto. Educa a nuestra hija como sólo tú puedes hacerlo: tendrás en ella todo el apoyo moral y espiritual que ya no tendrás en mí.
Estén siempre tranquilas, incluso si no siempre felices. Yo no les faltaré; me sentirán cerca de ustedes, más de lo que pueda parecer en un primer momento.
Desde el punto de vista, digámosle, material, encontrarás apoyo y consejo con mis amigos. Dirígete siempre a ellos, especialmente a Fausto: me quieren mucho y estoy seguro de que para ellos serás siempre la esposa de su querido amigo.
Tu Padre y tu Madre te sabrán confortar.
En los justos límites de lo posible piensa en mi madre.
No sé si será posible que tengas mi cadáver. Si sí, ponlo donde quieras, en una modestísima tumba donde tú y la niña me pongan una flor.
Las miserias que dejo atrás pertenecen a ti a nuestra hija. Te pido, sin embargo, que des el reloj de mi padre, el de oro con una cadena, a Fabio. Dáselo cuando puedas.
Apenas te sea posible ve a la Dirección de las cárceles a recoger las cosas que envié, entre las cuales van la fe, el reloj con la cadena de oro, la pluma estilográfica, el lápiz y las llaves.
Si te es posible conserva mis libros y recoge los que aún están en el Instituto.
Las mancuernillas dáselas a Fausto para que me recuerde.
Cocca mía, me detengo, no por mí, sino por ti, no quiero hacerte daño. Como sea estoy contigo.
Perdóname, tesoro mío, hermosa alma mía, habita mis besos por toda la eternidad.
Tu esposo
4 abril 1944
Ángeles míos
Nos alargaron la vida 24 horas para someternos a un interrogatorio.
Ha sido un día llena de pensamientos. Toda la vida me pasó por delante, pero más que otra cosa, sobre todo, tú, esposa mía, tú, hija mía.
El capellán que nos asiste, y con el que tuve una agradable charla, me dijo que cumpliendo con ciertos requisitos, es posible recuperar el cadáver. Háganlo, a mí no me importa nada, pero sé que para ustedes puede y podrá ser un consuelo; si, después, hicieras la tumba en un lugar donde un día (muy lejano) pudieras acostarte a dormir conmigo, yo estaría contento. Esperaré ese día con toda mi ser, pero espero que sea lejano, de tal modo que puedas ver a los hjos de nuestra hija mucho más grandes de lo que yo pude ver a mi niña.
El mundo mejorará, ténganlo por seguro: y para esto ha sido necesaria mi vida, ustedes serán bendecidas.
Yo las bendigo por reconfortarme, por el gran apoyo que me da la certeza de ser recordado y amado por ustedes dos. Voy tranquilo frente al pelotón de fusilamiento. Mi fe me hace ir con una sonrisa.
Llévenme en sus corazones durante toda la vida, como yo durante toda la eternidad.
Tu esposo, tu papi
Paolo Braccini (Verdi, 1907) Docente universitario, encargado de la cátedra de zootecnia general y especial en la universidad de Turín. Luego del 8 de septiembre, comenzó sus actividades con el movimiento clandestino de Turín. Incluso sabiéndose perseguido por la policía fascista, dirigió la organización de las Brigadas Justicia y Libertad. Fue arrestado el 31 de marzo de 1944 y procesado durante los días 2, 3 y 4 de abril. Tenía 36 años.
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